Por fin te has decidido y vas a tirar esa pared que separa tu cocina del salón. Antes de nada, nuestra enhorabuena: una nueva forma de vivir tu casa te está esperando (por no hablar de la amplitud y luminosidad que vas a ganar en tu nuevo espacio abierto).
Pero seguro que ahora tienes más dudas que certezas y una de ellas será decidir entre usar el mismo tipo de suelo o dos diferentes para lo que antes eran dos estancias. A continuación te damos algunas claves para que aciertes sí o sí.
Mismo suelo en cocina y salón
En primer lugar, elegir el mismo suelo para toda la estancia tiene una gran ventaja: menos opciones, menos complicaciones. Y es que combinar diferentes tipos de pavimentos puede ser una tarea muy complicada, sobre todo si el interiorismo no es nuestro fuerte y nuestro presupuesto no llega para contar con los servicios de un profesional del diseño que nos asesore.
Utilizar el mismo suelo facilitará enormemente la labor de elegir materiales, revestimientos, muebles y otros elementos decorativos, ya que el lienzo sobre el que trabajaremos será, de alguna forma, “neutro”; y no un elemento más que sumar a la ecuación. La integración de los espacios será pan comido.
Por otro lado, la instalación de un mismo tipo de suelo es un recurso muy útil si nuestra nueva estancia no tiene muchos metros cuadrados. La eliminación de contrastes y barreras visuales creará uniformidad y sensación de amplitud.
Además, decantarse por el mismo pavimento supondrá un ahorro en materiales y, sobre todo, una simplificación del trabajo, ya que no habrá que planificar ni ejecutar la unión entre distintos suelos.
Eso sí, te recomendamos elegir un suelo apto para cocinas, ya que en esta zona el desgaste va a ser mayor, ensuciándose y mojándose de manera más habitual (y dónde puede haber más accidentes). El material estrella en este caso es el gres porcelánico, muy resistente, con opciones antideslizantes y con una variedad de acabados casi infinita (satinados, mate, madera, cemento, piedra…).
Otra buena opción podría ser la piedra natural, como el mármol o el granito; por su resistencia. Eso sí, debes tener en cuenta que se desgastará más en las zonas que más uses y el envejecimiento será desigual.
Suelos diferentes
Aunque hayamos citado grandes ventajas de usar el mismo pavimento, usar suelos diferentes en la zona de la cocina y la del comedor o salón puede ser una gran idea en algunos casos.
En primer lugar, nos ayudará a diferenciar las zonas de trabajo, como en el ejemplo de la foto, de nuestro distribuidor Studio Qbico. En este caso, la cocina es pequeña y está muy abierta al salón, sin elementos que nos indiquen dónde acaba una y dónde empieza el otro, como una barra o una península. Aquí, el suelo sirve para dejarlo claro.
En segundo lugar, jugar con suelos diferentes es muy útil para delimitar y dar protagonismo a un elemento sobre el que queremos fijar la atención, como la isla de cocina o la mesa del comedor.
Por último, elige un suelo diferente si no quieres cambiar el del resto de la estancia abierta pero es demasiado delicado o se ensucia demasiado para la cocina, como en el caso de la madera natural; o sencillamente, no hay más disponible en el mercado por su antigüedad o cualquier otro motivo.
En este último caso, te hacemos dos recomendaciones. Si quieres generar contraste, usa un suelo de motivos o colores completamente diferentes al preexistente; pero con atención a que sean de materiales similares y, sobre todo, de grosores parecidos.
Si por el contrario quieres mantener cierta continuidad visual, no pierdas el tiempo en buscar un suelo que se le parezca, ya que nunca será igual y parecerá un parche. En este caso, busca un color similar pero con materiales y/o formas muy distintas para que la elección parezca intencionada.